La manera más culta de pedir ‘un polvo’ – CRÓNICAS VALLENATAS.
El año 1993 fue un año de grandes logros en la carrera musical de los hermanos Zuleta. Artistas profundamente arraigados en el sentimiento del pueblo Colombiano y Emilianito se destacaba no solo como un verdadero maestro del acordeón sino también como un compositor consagrado que muy de cerca seguía los pasos de los grandes trovadores del canto vallenato, erigiéndose como el primer rey de reyes de la canción inédita en el festival de Valledupar.
Cualquier día de cualquier mes del citado año Emiliano disfrutaba de un descanso en compañía de Yezenia, su compañera, en su finca «Las Matildes», ubicada en cercanías de Urumita (Guajira).
Después del canto de los gallos y recrearse con el ordeño en la madrugada ya despuntando el día se fueron los dos a inspeccionar el plantío de guineo serrano que Mile había sembrado más allá de los corrales. Era de mañanita el cielo estaba cargado de nubes y el sol aún no se asomaba como presagio de la llegada del invierno. De pronto empezó a caer una pertinaz llovizna que obligó a la pareja de enamorados a guarecerse dentro de la casa y ya refugiado entre los brazos de su mujer, Emiliano, apasionadamente empezó a tararear unos sentidos versos que le darían forma a una de sus canciones más amorosas.
Los versos brotaban como un manantial que acababa de romper fuente y el afanosamente buscó un papel y algo con que escribir temiendo que aquellas frases tan bonitas se le pudiesen escapar si no las fijaba rápidamente. Su afán aumentaba al comprobar que en el lugar no había una hoja de papel y mucho menos con que escribir. Recursivamente Yezenia tomo una servilleta y con una lápiz de cejas logro plasmar los primeros trazos del canto que nacía de forma inesperada.
Una vez facturada la canción con el título Mañanitas de invierno fue popularizada en las parrandas de los Zuleta quienes ese mismo año la grabaron exitosamente colocándose en los primeros lugares del hit parade vallenato.
A mediados del año noventa y cuatro Emilianito tuvo la gran satisfacción de animar una parranda que en Cartagena el senador por Bolívar, Juancho García, ofreció en homenaje al ilustre presidente Cesar Gaviria y a su Sra. esposa Ana Milena. No estaba Poncho presente y Mile vocalizando dedico a la pareja presidencial su nueva canción Mañanitas de invierno.
La primera dama de la nación quedó fascinada al escuchar este precioso paseo y muy cortésmente le pidió a su autor que le gustaría volver a escucharla en la fiesta de su cumpleaños que próximamente se realizaría en el palacio de Nariño allá en la capital. La invitación quedó formalizada y unos días más adelante un estafeta de palacio trataba de coordinar con Emiliano los detalles del viaje en la aerolínea Avianca.
El grupo de los Zuleta era numeroso y no fue fácil cuadrar lo de los cupos por lo tanto para salvar el impase de Bogotá fue enviado el avión presidencial a recogerlos a Valledupar.
De inmediato surgieron críticas al respecto no obstante haber cancelado de su bolsillo el doctor Gaviria la gasolina del crucero siendo necesario que el regreso se realizara en uno de los Hércules de la fuerza aérea Colombiana.
La parranda en palacio tuvo los ribetes de un acontecimiento nacional pues además de los ministros del despacho asistieron los ex presidentes López Michelsen, Belisario Betancourt, Virgilio Barco y el «Cancamán» de nuestras letras, Gabriel García Márquez. En un momento de gran entusiasmo el ministro de gobierno, doctor Fabio Villegas, acompaño a los del grupo tocando la guacharaca y fue tan esplendida su faena que Adán Montero le obsequio el instrumento al final de la jornada.
Complaciendo la petición de la primera dama de la nación Mile interpretaba Mañanitas de invierno, pero antes de finalizar esta el premio Nobel ordenó suspender la ejecución pidiéndole al cantautor que repitiera el solo con su acordeón el siguiente fragmento:
«Mira que el cielo ya se vuelve a nublar
Y unas gotitas empiezan a caer
Vamos pa’ dentro que nos vamos a mojar
Para que estemos bien solitos y yo así entregarte
Mi cariño pa’ que tú te sientas más mujer.»
Después de escucharlo atentamente Gabo sentencio delante de todos:
«Es esta la forma más culta que yo he escuchado para decirle a una mujer, vamos a echar un polvo».
Por: Julio C. Oñate.
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