La imagen es impresionante y conmovedora. Leandro Díaz y Gabriel García Márquez aparecen sentados juntos, abrazados y dispuestos a retar a la muerte, en una soberbia parranda vallenata. Ambos vivían sus últimos días y la memoria del Nobel estaba llena de lagunas, pero la presencia de Díaz –el compositor de Matilde Lina y La diosa coronada, el epígrafe de El amor en los tiempos del cólera– fue suficiente para que el autor de Cien años de soledad –ese gran vallenato de 400 páginas– se pusiera a cantar como un jovencito. Todo el episodio lo cuenta el hijo de Leandro, Ivo Díaz, en Leyenda viva, la gran película que se estrenó el 21 de junio en las salas de cine del país.
La cinta está llena de historias que darían para otra docena de películas, personajes reales que parecen sacados de la ficción y una fotografía que atrapa toda la belleza del Valle de Upar. En la película están aquellos gloriosos tiempos en los que El Binomio de Oro irrumpió con el exitazo nacional que fue La creciente y marcó una etapa distinta en el sonido y la organización de los conjuntos vallenatos. O lo que significó la grabación que Carlos Vives hizo de La gota fría, una canción que, según los vallenatólogos que participan en el documental, estuvo medio perdida en el repertorio musical, hasta que el samario la grabó y la paseó por todo el mundo.
En la película, dirigida por Martín Nova, también aparece Matilde Lina, la musa de Leandro, y cuenta de primera mano cómo se enteró de que le habían compuesto la canción. Por otro lado, Náfer Durán, un juglar de hoy 90 años, hermano del legendario Alejo, habla muerto de la risa sobre “la gran enfermedad” que son para él las mujeres, y explica –con su acordeón entre las manos– la diferencia entre paseo, merengue, puya y son.
Leyenda viva llegó a los cines un día después del Día de la Independencia y es una afortunada coincidencia. El filme habla de una música que está hoy en el ADN de todos los colombianos (sin importar sus odios o amores declarados por el vallenato) y mueve otro tipo de orgullo patrio: el que se siente al ir al origen de las canciones de los juglares, su pasado humilde, los vestigios de las bases sentadas por los indígenas, la llegada del acordeón, la ridícula prohibición en los años 50 y 60 de tocarlo en los clubes de su propia “capital mundial”, Valledupar, y ver hasta dónde ha llegado, de forma gloriosa e imparable.
Martín Nova descubrió el vallenato puro en un viaje que hizo con unos amigos, colombianos y extranjeros, por el territorio que aún muchos nostálgicos llaman ‘La provincia’ -que puede coincidir con el antiguo Magdalena grande-. “Y todos salieron enamorados”, recuerda.
Esa fue la semilla de la película. Se dio cuenta de que quería llevar esa historia a más gente y logró que se involucraran compositores como Gustavo Gutiérrez Cabello y Rafa Manjarrez, autoridades vallenatas como Tomás Darío Gutiérrez, Beto Murgas y Rosendo Romero, que narran el pasado, presente y futuro del vallenato, Carlos Vives, Fonseca, Chabuco… la película es una historia poderosa y narrada con las voces de todos.
Nova –un empresario que es autor de dos libros de entrevistas, uno con los grandes protagonistas del arte en Colombia, Conversaciones con el fantasma, y otro de charlas con los principales generales del Ejército luego de tantos años de conflicto–, debutó en el cine como uno de los productores de la exitosa Magia salvaje, pero ahora se puso detrás de cámaras y el resultado es una parranda memorable.
¿Cómo llega un empresario a dirigir una película tan conmovedora sobre el vallenato?
Siempre he tenido intereses distintos, polifacéticos. Siempre he pensado que uno debe profundizar en las cosas que le interesan. Si un tema me interesa, me meto a fondo, a entenderlo, a aprender. Creo que el ser humano necesita tener otros intereses para complementarse y, al final, ser un poco más universal.
¿Cómo fue pasar de Magia salvaje a Leyenda viva?
Fui productor ejecutivo y promotor de Magia Salvaje (2015). Fue un trabajo que duró cinco años y fue de las películas más taquilleras de la historia de Colombia, aunque no sale en los ránkings. En ella mostramos la riqueza del país, que claramente es la diversidad. En Leyenda Viva mostramos otra de las riquezas: la cultura y la música.
Antes del vallenato profundizó en otros temas: el arte, la historia militar. ¿Por qué?
El tema del arte me ha gustado mucho. He hecho muchas cosas en él y en la literatura. Publiqué Conversaciones con el fantasma, un libro de entrevistas que nació como homenaje a mi abuelo, Leonel Estrada. Son 900 páginas y hoy es un referente del arte en Colombia. Después, escribí el libro Memorias militares, con los comandantes del ejército vivos de los últimos 30 años. A través de 11 o 12 entrevistas contamos la historia del conflicto a través de sus ojos.
¿Qué une esos tres trabajos suyos?
Al final todos los temas se amarran bien, porque trabajo en el tema de la memoria. De preguntar de dónde venimos. He encontrado en la conversación, en el formato de entrevistas, una herramienta literaria interesante para contar historias a través de sus protagonistas, que se convierten en un vehículo para llevar la memoria. Esta vez, soy un vehículo para llevar la memoria de los juglares vallenatos. Pensé en hacer un libro con ellos. Y cuando empecé con la investigación, pensando en una serie de conversaciones por la región vallenata -Patillal, San Juan, El Paso, El Plan, Valledupar, La Junta-, fue difícil conseguir las citas, estábamos en plena pandemia. Así que dije: De una vez llevo el equipo de producción y lo filmo.
Fuente: El Tiempo