La tacañería de ‘Alvarito’ López

En su acostumbrada columna en el diario El Pilón, el folclorista Julio Oñate Martínez en su particular estilo jocoso usado para contar historias del vallenato, nos narra una anécdota de la «tacañería» del acordeonero y Rey Vallenato ‘Alvarito’ López.

La tacañería de ‘Alvarito’ López

‘Alvarito’ López es famoso no solamente por ser Rey Vallenato y haber acompañado a Diomedes Díaz en su última grabación, sino por su tacañería; por algo asegura Camilo Namén, que Alvarito es más duro que una catapila de pedal o un cucayo e’ balín porque cuando de gastar se trata siempre se agacha y queda sordo , ciego y mudo.

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Torete de alvarito lópez

Después de analizar la situación él consideró que el tipo del camioncito Ford 350 le cobraba muy caro y le pidió al amigo Clemente herramientas varias y a punta de llaves y alicates logró desmontar la silla trasera de su Toyota caresapo y con ayuda de cuatro vaqueros de la finca enlazaron y maniaron al torete y volviéndolo un ocho lo subieron al campero abriendo las puertas traseras.

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El animal enfurecido no dejaba de dar topetazos a lado y lado , y aquello resultaba bastante peligroso para el viaje y Álvaro tratando de calmarlo le prendió el aire acondicionado y la puso el CD de Diomedes pensando que esto tranquilizaría al novillo en su afán de soltarse del nudo que en mazeta le tenía las cuatro patas amarradas, pero quizás el torete era Zuletista y aquello más lo enfureció buscando alguna solución para la seguridad del viaje, un sabio de esos que no faltan sugirió que lo doparan con pastillas de ‘sinogan’ y así , lo barbiaron y le hicieron tragar media docena de estas pepitas; media hora más tarde el toro se quedó quieto y ya con el ojo gacho, ‘Alvarito’ emprendió el viaje sonriendo y mascullando entre dientes: “nojoñe, casi me friega el carerazo ese del camioncito , pero ahora esos trescientos mil me los voy a ganar soy yo”.

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El recorrido avanzaba felizmente, pero después de Bosconia al animal le pasó el efecto de la droga y comenzó el berenjenal; pifando y dando berridos se estiraba , topeteaba y brincoleaba hasta que logró soltarse y sin saber cómo en una voltereta hacia adelante volvía añicos el parabrisas tratando de embestir a Álvaro que horrorizado se tiró del carro raspándose hasta el cogote.

Tratando de salirse del Toyota al torete se le trabó una pata delantera en el timón, quedando con el pito pegao y con una de las patas traseras pisando el acelerador salió como un cohete pitador. La gente que veía aquello llamó a la patrulla de carreteras avisando que, ahí va una cosa, ahí va una cosa a to’ timbal y los patrulleros le montaron un retén atravesando una moto en la entrada de Caracolí.

La cosa se les vino encima y si no se apartan la tendereta hubiera dao miedo; la moto voló en dos pedazos y la cosa pitando y bramando siguió camino, pero al llegar a la curva del puente Pesquería tiró derecho y dando tumbos quedó en el centro del potrero. Más asustado que toditos, el torete se perdió carrera a carrera y llegó la policía con Alvarito más atrás en una mototaxi que cogió en Bosconia y al darse cuenta del desastre les dijo que lo encañonaran y le robaran el carro.

A esos Toyotas ensamblados no los aseguran y la gracia le salió casi por diez millones de pesos y del torete, ni rastro, solo por la tacañería pues como dice el refrán: A veces lo barato sale caro.

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